Marcha republicana dedicada a Alfredo González Flores
La historia de este edificio se remonta al año 1790, cuando llegó a la provincia de Costa Rica el comerciante asturiano don Pedro Solares y Berros, quien construyó la casa y su almacén, el más importante de la ciudad.
Hecha
con adobes, la casa constaba de una planta en escuadra y de un amplio corredor
en los costados sur y oeste.
Inicialmente el acceso a la vivienda
estaba constituido por una escalinata esquinera de piedras.
El
patio central, ajardinado, estaba circundado por las estancias principales de
la vivienda. Los patios posteriores
eran empedrados, para dar acceso a los animales de carga, y estaban
rodeados por los corrales y las
construcciones de servicio.
Tras la
muerte de Don Pedro Solares, el 17 de febrero de 1824, su yerno, don Rafael
Moya (1800-1864), adquirió la casa y la habitó
junto con su esposa, Casimira Solares, hasta su deceso en noviembre de
1864.
Los
herederos de Moya la vendieron a don Osvaldo Odio y este, a su vez, la entregó
a don Domingo González, padre de don Alfredo González Flores. Antes de ser
propiedad de don Alfredo, la casa fue temporalmente alquilada al Centro de
amigos de Heredia.
Siendo
ya propietario el expresidente, la casa fue remodelada sin modificar su
fisonomía exterior. Ya en ese entonces
la casa era de bahareje, como hasta el día de hoy. Para alinear la propiedad con el trazo urbano de la ciudad, se
eliminaron las gradas esquineras y se cambiaron por un acceso lateral.
Al
interior se sustituyó el patio ajardinado por una extensa área social, la cual
se conservó así durante toda la vida de don Alfredo.
El
edificio fue declarado Monumento Nacional, según la ley N. 5623, publicada en
La Gaceta No 238, de diciembre de 1974. El Ministerio de Cultura asumió su
administración a partir del año 2002.